Fin de fiesta y bicentenarios varios - Eduardo Grüner


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Es decir: una fecha, una de esas llamadas “efemérides” (un bicentenario, pongamos) no es tan sólo un hito en una historia lineal. No hay, para empezar, historia lineal. Las fechas –que son campos de batalla del “conflicto de las interpretaciones”, como bien saben los historiadores– son nudos (complejos, borromeanos, intrincados) que condensan de manera “desigual y combinada” historicidades heterogéneas, temporalidades diferentes, proyectos políticos, culturales y existenciales diversos y frecuentemente enfrentados. Cuando todas esas diferencialidades aparecen unificadas en un festejo (nacional y continental) multitudinario, estamos ante un bien interesante escenario de tensión entre dos polos de significación objetiva: por un lado, la tendencia a crear un tiempo histórico “homogéneo y vacío” (son palabras de Walter Benjamin), ilusoriamente propuesto como una totalidad sólida y sin fisuras; por el otro, la tendencia –probablemente mucho menos “consciente”– a darles visibilidad a las diferencias y las heterogeneidades, a la pugna de proyectos e intereses históricos que ocasionalmente –y estamos inmersos, en toda Latinoamérica, en una de esas “ocasiones”– asoman desde el proverbial “subsuelo sublevado” de las patrias. De un lado, el efecto de masa de las identificaciones con el ideal de unidad; del otro, los “agujeros” abiertos en ese ideal identitario por las particularidades de clase, de etnia, de género, de “modelos” económicos, sociales, políticos, culturales. Las dos cosas son igualmente verdaderas, en el sentido de que producen efectos materiales sobre las prácticas de los sujetos y de la polis. La historia (o la “prehistoria” en la que aún estamos, según la metáfora de Marx) es un remolino que hace entrechocar esas polaridades. Y esa historia se escribe –y, sobre todo, se hace– de manera totalmente distinta según la perspectiva sea la de los (por ahora) vencedores, o la de los (por ahora) vencidos. La primera es la historia que ya fue. La segunda, la que puede ser.


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Página/12, 30 - 5 - 2010

Más informaciòn (otros eventos, artistas...)

Hauser - La época Imperial y el final del mundo antiguo: Grecia y Roma

Jóven recogiendo flores
Pintura mural de una casa de Pompeya

La época Imperial y el final del mundo antiguo

Hauser - Poetas y artistas en la antigüedad: Grecia y Roma

Alfarero trabajando en su horno.
Placa de figuras negras, procedente de Penteskouphia (ca 575 - 550 a C)
Actualmente en el Museo del Louvre




"Hay una cosa que apenas cambia, o si hay cambio es imperceptible, desde el comienzo hasta el fin de la Antigüedad clásica: el punto de vista conforme al que se juzga al artista plástico y con el que se le valora en relación con el poeta. A éste se le rinden a veces honores muy especiales: es considerado como vidente y profeta, dispensador de gloria e intérprete de mitos. Por el contrario, el artista plástico es y continúa siendo el despreciable artesano que con su salario alcanza todo lo que le corresponde".

Texto completo:
Poetas y artistas en la antigüedad



Sobre Arnold Hauser


Biografía de Arnold Hauser (en inglés)












Debray - Anatomía de un fantasma: El arte antiguo

Kylix (copa) lacónica con Prometeo y Atlas
Cerveteri, ca 560-550 a.C.
Museos Vaticanos

"La Grecia antigua, repite la leyenda, es la cuna del arte occidental. La traducción equívoca de techné por 'arte', signo de anexión modernista, mantiene el matentendido. Textos y hechos tienden más bien a probar que ninguna de las oposiciones que subyacen a nuestro universo estético tienen equivalente en la mentalidad helénica de la edad clásica como tampoco en su heredera medieval. Esa ausencia no es un déficit, sino la marca de una subordinación de la imaginería a intereses superiores"...

Texto completo:
Anatomía de un fantasma: "El arte antiguo".html